Juan Manuel Karg
El tremendo atentado que sacudió París el viernes por la noche, causando más de 120 muertos y unos 350 heridos, se enmarca en un complejo momento geopolítico. ¿Cuál será la posición de los grandes “jugadores globales” del mundo luego de los lamentables sucesos parisinos, que tienen relación directa con la realidad política y social que se vive en Siria? ¿Por qué entramos en una “Tercera Guerra Mundial en trozos”, tal como afirmó el Papa Francisco al condenar los hechos? ¿Cuáles son los cuatro puntos para resolver de manera urgente en términos geopolíticos?
Partimos de una precisión absoluta, que no se puede soslayar en ningún análisis: el autoproclamado Estado Islámico, antes denominado ISIS, se ha reivindicado como autor de los atentados en Francia. Buscaron su 11 de septiembre europeo y, lamentablemente, lo consiguieron, bajo un paradigma terrorista casi infalible: misma hora y fecha; diversos lugares simultáneos, en su mayoría de alto impacto mediático -Stade De France, Le Bataclan, y otros-; y ningún rastro de los Servicios de Inteligencia franceses, algo que deberá ser estudiado en los próximos días. Los sucesos se combinan con tres hechos recientes: a) los dos meses de los nuevos ataques aéreos franceses en Siria; b) la muerte, también días atrás, del 'Yihadista John', uno de los verdugos más afamados de ISIS; c) el anuncio de que el 18 de noviembre partiría el portaaviones francés "Charles De Gaulle" rumbo al Golfo Pérsico, bajo la finalidad de combatir al Estado Islámico.
El Papa Francisco, conocedor cabal del momento geopolítico y "global player" desde Roma, fue claro en su primera intervención tras conocer la noticia: se trata de la "Tercera Guerra Mundial en trozos" de la que viene advirtiendo desde inicios de su papado. Otra argentina influyente, nada menos que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, también había metido el dedo en la llaga, un año atrás en la Organización de Naciones Unidas, consultando sobre el patrocinio 'non sacto' de ISIS: "Mi país no produce armas, ¿de dónde sacan los recursos? ¿quiénes son los que les venden armas?".
Acá entra uno de los puntos principales para entender lo que sucede en Siria: en vías a desplazar a Bashar Al Assad, potencias occidentales -como EE.UU. y determinados países de la Unión Europea- impulsaron diversos grupos radicales y moderados, según las crónicas periodísticas, a fin de disputar el poderío interno. Pero, mal que le pese a la mass media, en los hechos hubo más radicales que moderados, y el multimillonario ISIS avanzó hasta Palmira, difundiendo videos de ejecuciones que parecieran del siglo pasado de no ser por el HD que verifica, nuevamente, que no hablamos de improvisados en ningún aspecto (ni siquiera en el comunicacional).
"EEUU dijo antes: ´Si sale Gaddafi, Libia va a crecer´. Lo mismo con Hussein en Irak". La sugestiva frase corresponde al canciller ruso Serguei Lavrov, en confrontación clara con su par estadounidense John Kerry, quien luego de los atentados parísinos seguía más preocupado en como deshacerse de Al Assad que en confrontar con el pujante Estado Islámico. ¿Qué quiere decir Lavrov, en términos concretos? Que la discusión ya no es "Assad si, Assad no", sino como frenar lo antes posible la brutalidad del EI. Por ello EEUU y Rusia acordaron la confrontación conjunta con estos grupos irregulares -algo que Moscú viene llevando adelante desde hace meses- sumado a un diálogo que deberá promover Al Assad con la oposición realmente existente (y no las organizaciones terroristas, claro está) durante los próximos meses.
Todo esto nos lleva a una conclusión rápida: el no acuerdo entre Moscú y Washington en torno al papel de Al Assad debe también tomar en consideración lo acontecido en Libia e Irak, tal como proponía Lavrov en la conferencia de prensa conjunta. La segunda conclusión tiene que ver con la multipolaridad vigente: la multiplicidad de "jugadores globales" que, de una u otra manera están involucrados en esta situación, hace que -por suerte- sea más compleja la toma de decisiones (algo que no sucedió con la unilateralidad norteamericana en, por ejemplo, Irak). EEUU debe comprender que su papel en el concierto de naciones ya no es el que era, incluso desde mensajes simbólicos: llamó mucho la atención que Obama hablase antes que el propio Hollande tras los atentados.
En definitiva, se trata de la urgencia de entender la convulsionada geopolítica de la "Tercera Guerra Mundial en trozos" para avanzar en cuatro ejes: a) impedir la consumación de nuevos atentados como el que el viernes pasado sufriera París; b) avanzar en desarticular a ISIS, promoviendo asimismo un diálogo político verdadero en Siria -es decir, con Al Assad sentado en la mesa de negociación- y cortando cualquier línea de financiamiento occidental a grupos irregulares; c) rechazar cualquier intento de "islamofobia" que se pretenda descargar sobre los pueblos árabes a raíz de atentados provocados por un sector de dudosa procedencia; d) promover la multipolaridad desde acuerdos tácticos concretos, como el que a esta hora ensayan Moscú y Washington, a fin de pacificar a un mundo cada vez más convulsionado.
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