sábado, 27 de mayo de 2017
Sensación Caney dice adiós con emotiva presentación en Los Reyes la Paz
Cuando al filo de la medianoche el sonido Sensación Caney hizo suyo un escenario majestuoso frente a casi cinco mil personas todo estaba claro: aquello iba a ser la madre de todas las despedidas. Tema tras tema y acompañado por su familia, Eduardo Soto se alzó por encima del campo de Beisbol de los Reyes la Paz como uno de los más grandes de su campo con plena justicia y levantándose en el gran triunfador. Las masas reunidas se rindieron frente a él sabiendo que no lo volverían a ver a Eduardo Soto otra vez así, tras un micrófono. Así lo ha decidido él y no hay vuelta de hoja.
Esta noche ha bastado la voluntad y la fe de sus seguidores para seguir creyendo en la magia sonidera y hacer de este encuentro otra vez algo digno de ser parte de la historia. Soto se ha acostumbrado a ser protagonista luego de veladas en las que ha sido protagonista en lugares como el Palacio de los Deportes, la Sala de Armas y el Centro de Convenciones Tlalnepantla, en donde ha dejado claro quién manda en este nuevo siglo y enarbola el estandarte del cambio generacional con orgullo. Y por supuesto que al concluir su presentación dejó ese vacío que se dejan a los grandes y que da sabor a más.
Un poco antes, sus invitados sonideros desbordaban pasión en las tornamesas e imponían sus propias condiciones buscando la calidez del abrazo de sus fans, regodeándose en los mensajes de saludos y mimetizándose en cada canción que escupían los altavoces, que de vez en cuando se estremecían por la pirotecnia y por el sonido que despedía un cuadro que habilitaba la pista de baile repleta de equipo como pocas veces. De este modo, sonidos históricos y la nueva generación conciliaron diferencias e hicieron lo que mejor saben: poner a bailar a todos.
La Conga, Sonorámico, Super Dengue y Siboney sonaron como esperaban los suyos, con nota sobresaliente sacando lo mejor de sí mismos. Incluso gente como Sonido Pancho que llegó a tocar su música y sin su propio escenario recibió ovaciones, junto a los equipos de la nueva generación como Timbal, Juventud Latina, Manhattan, Rumba Caliente o Fascinación que literalmente tenían a toda la gente con una sonrisa en los labios. Acaso porque en medio de la peor crisis de espacios públicos para los sonideros se sabía que eso ya sería irrepetible. No al menos sin Caney, cuya celebración hacía posible este tipo de concentraciones masivas.
Durante el turno de Sensación Caney, alguien llevó un pastel con la cara del mítico logo de Marlon Brando de su aclamada película “El Padrino” -como también es conocido su titular Eduardo Soto- que se mostró con orgullo y que representaba una amarga celebración, pues todos saben que éste es el adiós. El sencillo “Gracias” que Soto pronunció durante su turno final fue la esquela perfecta de un funeral alegre que el público compartió para si. Ya no hay más Sensación Caney ni lo habrá. Y con ésa gratitud, hordas inmensas salieron cobijadas por el nuevo amanecer que espera con avidez la era nueva que reclama protagonistas ilustres de esta talla que ya no estarán más aquí.
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