martes, 11 de febrero de 2020

Llega el Mercado de la Cabecera de Naucalpan a 51 Años de edad

• Hablar de este centro de abasto, es un inevitable el comunicar en el tiempo, el referente en el devenir histórico del municipio-de ese legendario San Bartolo-su sentido de pertenencia, arraigo e identidad, que rememora una gran parte de lo que muchos somos ahora.

Por Mario Ruiz Hernández
NAUCALPAN, Méx., a 11 de febrero del 2020.- El mercado de San Bartolo-hoy conocido como el de la Cabecera Municipal- cumplió sus 51 Años de existencia en Naucalpan, convirtiéndose en un importante centro de abasto a nivel regional.
Hoy por hoy, el lugar es el epicentro del comercio formal e informal, por donde giran alrededor de 3 mil ambulantes en sus diversas modalidades, haciendo de la vía pública, el sostén de cientos de familias.
Pero desde antes, en aquellos años aún y todavía de convivencia vecinal, pertenencia e identidad de sus habitantes del legendario-San Bartolo- el área ocupada sobre lo que hoy también es el Parque Revolución, fue considerado una zona de paso y de abastecimiento de mercancías.
Los que socializamos en el centro, en el corazón mismo del municipio y vivimos creo, una hermosa infancia, podemos ser testigos de lo que el tiempo nos dejó en nuestras almas.
El Mercado de la Cabecera, es un inevitable referente del devenir histórico de Naucalpan, aquí sobre la Avenida 16 de septiembre y al lado de la Escuela primaria, Lic. Isidro Fabela, previo al emigrar al sitio en el que actualmente se encuentra y nadie de los viejos locatarios aspiraban al éxodo.
En ese Naucalpan de los mayores, de los hombres de estatura y respeto; de los tradicionales portales cerca de la calle de Ignacio Zaragoza, el clásico Puerto de Veracruz, y su “Mil Hierbas y La Jalisco”.
La otrora “Casa Cano”, “Las Bodegas San Francisco Chimalpa, Casa Cadena, las Carnicerías de los Colín y La Familia Vázquez, además de la venta de Carnitas de “Doña Paz, Los Arzate y el Chaparrito”
Aunado a ese también de los primeros restaurantes del centro del municipio: “El Tepeyac de “Don Gervasio Calderón” y “Los Cocoles, el de la señora Raquel”, y la venta de leche de Don Andrés Becerril
Es ese primer cuadro de la demarcación o del “Lugar de las Cuatro Casas”, era y fue nuestro destino; el transitar libremente entre las proverbiales pulquerías como “El Encanto, de Don Beto Vega”.
Asimismo y que comunicar de “La Unión de los Amigos de Don Nacho Gil o La de Zenaido Navarro”, entre una serie de negocios en el Centro-como “Mi Taquito”, “La Lupita”, y los Tacos de Don Pepe”.
Igualmente, las clásicas papelerías: “Casa Sara de los Cano, EL Sol, Primavera y Nuevo Japón”, de propietarios de la Tierra del Sol Naciente”, junto con una de la joyerías de Matzubará en las Calles de Abasolo, sin olvidar ese Hospital privado Santa Rosa y el de los primeros médico, el Dr. Camacho.
Así también, la desparecida panificadora de “Don Porfirio y Los Chirinas”, la marisquera de “Los Falcón” y más tarde “Las Tortas de Don Pedro”, que se vendían antes en la Lupita”.
Lo anterior y todavía al lado de la Clásica Panadería que aún se resiste a esfumarse, y de todo este contexto que valga la reseña, muchos incluso de la paisanada de Ixtlán de los Hervores, Michoacán, San Miguel Mimiapan, Toluca, y gente de San Bartolo, logró desplazarse a ese Mercado de la cabecera que llegó a 51 años a continuar haciendo comercio, siendo muchos los nuevos y ahora viejos locatarios.
Bajo ese marco, es ineludible el articular los escenarios del pasado y del presente para ubicar la importancia del centro de abasto, que es un gran polo de desarrollo económico.
Es además insistió, el núcleo de todo tipo de actividad comercial y los servicios, y en su periferia pese a lo colapsado, es un área de oportunidad, de la concesión y privatización del espacio público.
En sus cinco décadas, y un Año, es interesante su progresión este este lapso de tiempo, lo que autoridades federales, estatales y municipales han hecho de este punto de venta, y la inversión si es que la hay de los “viejos, nuevos y herederos locatarios”.
La plaza, la gran plaza con sus dos Naves, la mayor y la menor, entrelazada de puestos de locales de comida, ropa; fruta legumbres, verduras, carne, abarrotes, cremería, flores y hierbas de esas “santas, para limpias, el mal de ojo, el amor, el despecho y de los místicos rituales”.
Las concesiones de los baños y el estacionamiento, no obstante a sus zonas críticas, hay de todo y para todos, al margen de los últimos recursos económicos de la federación y el Estado para su recuperación, y mejorar cuando menos la imagen, actualmente con su fachada, estacionamiento y piso.
En sí, un centro de abasto que requiere nuevos proyectos de movilidad, reordenamiento del comercio en la vía pública, seguridad, higiene y algo mucho más atractivo que el colapso urbano.

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