• Pasa por los municipios mexiquenses de Nopaltepec,
Axapusco y Otumba y comparte territorio con el estado de Hidalgo.
• Comulgan en él dos elementos esenciales de la vida: la fe
y el agua.
Nopaltepec, Estado de México, julio de 2022.- La
Secretaría de Cultura y Turismo invita a visitantes nacionales y extranjeros a
conocer el Acueducto del Padre Tembleque, el cual cumple siete años de ser
declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad, por la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Esta inscripción representa un reconocimiento al valor
universal, excepcional de esta obra de ingeniería hidráulica concebida y
dirigida por Fray Francisco de Tembleque, entre 1554 y 1571, con el apoyo del
maestro cantero Juan Correa de Agüero y la participación de integrantes de
varios pueblos indígenas.
Esta obra se ubica en los límites del Estado de México e
Hidalgo, en ella comulgan dos elementos esenciales de la vida humana: la fe y
el agua.
El Acueducto cuenta con una longitud de 44.8 kilómetros y su
construcción tardó alrededor de 17 años. Sus ductos se nutren de los
manantiales del cerro del Tecajete, que corre desde Zempoala, en Hidalgo, y
desemboca en Otumba, pasando por los municipios de Nopaltepec y Axapusco, en el
Estado de México.
Para la construcción de sus imponentes arcos participaron
más de 400 pobladores, entre canteros, ayudantes, albañiles, peones,
carpinteros y el financiamiento de mujeres de esos pueblos, quienes produjeron textiles
para venderlos en los tianguis y financiar las obras sin la aportación de la
Corona Española, aunque con la autorización del Virrey Antonio de Mendoza,
dirigidos por el fraile franciscano originario del poblado de Tembleque, en
Toledo, España.
Esta magna obra del siglo XVI es un ejemplo de la
creatividad constructiva de la civilización europea con la cultura
mesoamericana, y su principal función era llevar agua limpia a las poblaciones
indígenas.
Gracias a que su arquitectura ha sido conservada y protegida
por sus pobladores, los visitantes nacionales y extranjeros aún pueden admirar
en él ciertas expresiones indígenas como la otomí y nahua, grabadas en las
arquerías de Tecajete o Tepeyahualco, donde sus arcos son tan altos que aún
pasa el tren debajo de ellos.
También podrán observar paisajes rodeados de una extensa variedad de cactáceas y magueyes, que lo acompañan y adornan en esta región del Estado de México.
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