viernes, 11 de octubre de 2024

Eduardo Sánchez, especialista en el rescate de técnicas antiguas como el arte plumario y la cera escamada

* Resalta que el arte plumario mexicano es el más fino, exquisito, mejor logrado y el más reconocido en el mundo


El artesano Marcelino Eduardo Sánchez Rodríguez (distinguido, entre otros premios, con el Galardón Nacional en la IX Edición del Concurso Grandes Maestros del Patrimonio Artesanal de México) tiene 35 años de trabajo del arte popular. Es experto en arte plumario, cera escamada y en la elaboración de miniaturas con materiales orgánicos como concha nácar y hueso de res, técnicas prehispánicas en peligro de extinción y que se empeña en rescatar.

Sánchez Rodríguez se considera un artesano empírico, pues en su familia solo sus tías abuelas trabajaron la técnica de cera escamada; de ellas conserva alrededor de 500 moldes: “Casi todas las técnicas que trabajo son las artes menores que se practicaban en el México del Virreinato, como la cera escamada, la cual consiste en hacer unas pequeñas láminas, como una especie de papel picado pero en cera de abeja: esta moldería es antigua. Conservo alrededor de 500 moldes hechos de barro que logré rescatar de mis tías abuelas, que fallecieron”.

Detalla que esta técnica, la cual tiene muchos significados y usos en diferentes zonas del país, se aplica sobre velas de cera como un adorno que simula escamas de pez, por eso el nombre: “Lo que sobresale es el ingenio de cada artista para adornar este tipo de velas que se utilizan, sobre todo, en las fiestas patronales, en una petición de mano, para hacer una ofrenda al santo patrono por algún favor recibido o como una especie de pago por alguna manda o milagro que recibió la persona que ofrenda”.

Dicha técnica es con la que Marcelino Eduardo Sánchez comenzó su carrera artesanal; pero, desde hace 35 años, se enfoca en el rescate del arte plumario, técnica milenaria más antigua en México: “Tiene más de 3 mil años de antigüedad y encontró su más alto desarrollo en el siglo XV, época en que se les llamó a los artesanos especializados en plumas amantecatl, a quienes incluso los consideraban de la realeza y los llevaban a vivir a los palacios, aunque fueran de estatus bajo”, destaca.

El artesano siempre quiso ser artista, pero no tenía claro en qué rubro. A los 16 años, con el afortunado encuentro que tuvo con la réplica del Penacho de Moctezuma (exhibida en el Museo Nacional de Antropología en la Ciudad de México), supo qué camino tomar. Aunque no había clases de arte plumario ni libros que explicaran el paso a paso, realizó su primera pieza, con la que obtuvo su primer premio, y no ha parado de recibir galardones.

“Me di a la tarea de empezar a investigar sobre pegamentos y plumas. Claro que, en un principio, no tenía recursos; entonces, lo hacía con pegamento industrial de la tlapalería y conseguía las plumas con los pajareros del pueblo donde vivía, que se dedicaban a vender aves, muchas de las cuales morían por el calor o por enfermedad”.

La creación de piezas empieza con la recolección de plumas en los aviarios, luego hay que limpiarla, fumigarla y seleccionarla por colores y tamaños, de acuerdo con la obra que va a realizar.

“En mi técnica de arte plumario no se sacrifican aves, trabajo con plumas de los aviarios de todo el país o de las mudas de aves de corral, incluso con las de los pavos navideños, todas esas me sirven. Estoy totalmente en contra del sacrificio de las aves para este arte, por lo que en mi taller tengo toda una plumoteca suficiente para poder trabajar mis piezas gracias a esta recolección”, subraya el entrevistado.

La limpieza y fumigación es para evitar que se apolillen, ya que lamentablemente —comenta el artesano— casi todas las piezas de arte plumario antiguas que no se fumigaron han sido consumidas por las polillas: “Yo tengo un proceso desde el lavado y la preservación, porque ahora las piezas se enmarcan al alto vacío con una técnica mucho más depurada, sin dejar atrás que es una técnica apegada a la antigua”.

Resalta que el arte plumario mexicano es el más fino, exquisito, mejor logrado y el más reconocido en el mundo, ya que es un proceso minucioso, delicado y laborioso que requiere de tiempo y técnica para trabajar completamente la pluma: “No se utilizan retoques al final, no se utiliza pintura ni óleos: con las mismas tonalidades de la pluma se van haciendo tanto luces como sombras dentro de la obra que se bocetó previamente”.

A lo largo de los años, ha participado en concursos nacionales de gran importancia, tanto en pintura como en escultura; con técnicas antiguas como plumaria, enconchado, trabajo de cera, caña de maíz, bordado, vidrio tallado, raspado de hueso, etcétera. También, ha trabajado con técnicas híbridas, obteniendo el reconocimiento de instituciones públicas y privadas.

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