sábado, 15 de febrero de 2014
Al igual que el perro japonés Hachiko, muere Calefate, en Rio Grande, Argentina
La historia comenzó en Rio Grande, Argentina hace diez años, cuando su dueño, un peón chileno, murió en un accidente de trabajo.
Tras el deceso de éste, Calefate fue llevado a una estancia de animales, donde vivió poco tiempo. Luego la mascota se fue al cementerio donde enterraron a su amo.
Con el tiempo, el personal del cementerio comenzó a toparse periódicamente con un llamativo visitante, un pequeño can que se colaba entre las rejas del portón trasero, el cual solía merodear las tumbas ubicadas en el fondo del predio.
"Puede ser que algún perro se metiera y siempre los sacábamos, en el caso de Calafate recuerdo que tenía hambre y lo sorprendíamos comiéndose las velas, por lo que lo sacábamos corriendo, pero siempre volvía", recordó uno de los empleados.
Con el paso del tiempo la presencia del perro fue casi permanente en el lugar, y un día llegaron a buscarlo quienes lo habían "heredado" como mascota.
Todo fue infructuoso, Calafate seguía escapándose al cementerio para permanecer en las inmediaciones del lugar donde fuera sepultado su amo. Un comportamiento inexplicable en razón de cómo podía llegar a saber de la presencia del mismo en ese lugar.
Posteriormente el personal del cementerio comenzó a alimentarlo, a atraer al pequeño perro hacia el lugar donde descansaban. Después de algunos años Calafate se instaló, pasando a ser la mascota del lugar y un verdadero ícono de la zona
La semana pasada Calafate fue atacado por dos perros a las afueras del cementerio, siendo asistido e internado por el personal municipal.
Pese a su avanzada edad, Calefate logró reponerse, pero el martes fue encontrado sin vida cerca de la tumba de su dueño. Personal del cementerio decidió enterrar los restos del perro cerca de su amo.
La historia similar a la de Hachiko parece inverosímil pero da cuenta del grado de fidelidad y amor al que puede llegar una simple mascota ante la pérdida de su amo, en otros casos que han sido famosos en todo el mundo y que tuvo en este pequeño animal un ejemplo similar a nivel local, dijo un diario local.
Hachikō fue un perro japonés de raza akita, recordado por su lealtad a su amo, el profesor Eisaburō Ueno, incluso varios años después de la muerte de éste.
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