miércoles, 23 de julio de 2014
“Si no pegas, no quieres”
Rosa Verduzco, la mujer encargada del albergue donde se hallaron cerca de 500 niños hacinados, da su primera entrevista
VERÓNICA CALDERÓN México.
Rosa Verduzco. / UNIVISIÓN
Mamá Rosa no daba entrevistas desde hace por lo menos cinco años. Este martes ha dado la primera. A una semana de que el Ejército y la Policía mexicana intervinieran su albergue en Zamora (Michoacán, oeste de México), la fundadora de La Gran Familia accedió a un encuentro con León Krauze. La intervención federal halló 600 personas hacinadas en su albergue en miserables condiciones, 492 menores de edad. Esta es su versión.
Rosa del Carmen Verduzco Verduzco proviene de una acaudalada familia de Zamora, una ciudad de 140.000 habitantes a más de cuatrocientos kilómetros al oeste de la capital de México, con una de las sociedades más tradicionalistas, conservadoras y católicas del país. Desde los ocho años se interesó en “andar con chavos” entre las lecciones de catecismo en la Catedral. Cuenta que a los 13 años vio a un chico abandonado por un circo. “Hablé con mis papás para que me dejaran tenerlo”. Ocurrió en los años cuarenta.
La anciana que dividió a México en dos
En la entrevista, concedida a la cadena Univisión, suelta nombres de la “gente importante” de Zamora, una pista fundamental para entender por qué el albergue La Gran Familia mantuvo un estado intocable por tantos años. Explica también cómo fue que su familia, acaudalada, le permitió sostener a los niños que recogía de la calle. Siete cuando había cumplido los 20 años.
Las camas donadas del seminario, el balón para jugar del fútbol, las gelatinas que cocinaba la gente “bien” de Zamora. Así se construyó La Gran Familia. Mamá Rosa cumplió con una función que, en opinión de muchos zamoranos, no hacía el Gobierno: atendía a los niños que “nadie quería”.
Verduzco se convirtió en un personaje folclórico en el pueblo. Hacía tabiques con los niños. Juntaba estiércol. Traía leña. Rompió todos y cada uno de los esquemas que la sociedad zamorana tenía para ella. En 1964, en los años en que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ejercía el poder hegemónico en el país, consiguió el permiso legal para su albergue e incluso la autorización para una escuela primaria en su interior.
Ante la operación federal, que halló a más de 600 personas hacinadas, 492 menores de edad, y decenas de testimonios de abusos sexuales y físicos, el primer reclamo ha sido sobre el lugar que ocupaba el Estado. Sobre su relación con el Gobierno, Mamá Rosa responde: “Muy buena. La secretaría de Educación nos pagaba los maestros. El Seguro Social nos da la salud. De lunes a viernes teníamos médico del seguro. Todas las mañanas, los doce meses del año.
Sobre la intervención federal de la semana pasada, Mamá Rosa sugiere que los instrumentos de música que utilizaban los niños fueron saqueados por la policía e insiste en que había “instrumentos carísimos”. Hasta el domingo pasado, y bajo la mirada de los policías, los instrumentos estaban en poder de los niños.
En cuanto a El Pinocho, un cuarto de menos de dos metros cuadrados señalado por decenas de niños como un sitio donde les dejaban por días sin recibir alimento, Verduzco comenta que era “la enfermería” y que “tenía tres literas”. Rechaza que se utilizara para los fines que denuncian los menores. Sobre la limpieza del albergue afirma que los encargados eran “los niños, había encargados por secciones”.
Sobre los durísimos castigos que se aplicaban a los chicos, Mamá Rosa responde: ¿Tú has oído el dicho ‘si no pegas no quieres’? No porque los corrigiera los iba a dañar. El niño me dice: ‘ya se comunicó conmigo’. Ahora que estuve en el hospital vino un niño de Guadalajara y me dijo “no eres tú”. Le digo “¿por qué?. Me dice “Porque no me has dado mi caricia”. Lo besé y me dijo no: hazme así [se da una leve cachetada]. Extrañaba que yo lo tocara”. Hay al menos 150 denuncias sobre los maltratos ocurridos en la casa bajo su propiedad. La Fiscalía mexicana la ha dejado libre de cargos porque, después de un peritaje, Verduzco sufre de “demencia senil” y por ello no se le imputará de ninguno de los delitos denunciados por los menores internados en su albergue.
Hacia el final de la entrevista, Verduzco reflexiona y trae una frase del recuerdo: “Tu pecado, Rosa, ha sido envejecer”.
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