lunes, 28 de diciembre de 2015
Jóvenes compositores mexicanos jubilan al nacionalismo
EXCELSIOR CIUDAD DE MÉXICO. Tres nuevas voces de la música mexicana han nacido al cobijo del compositor Arturo Márquez (Sonora, 1950), jóvenes voces que luchan por renovar la música mexicana de concierto y expandir sus horizontes más allá del “nacionalismo”, una corriente anticuada que hoy es superada por la fusión de ritmos y formas polifónicas.
Así lo observan Julio Alberto Gándara (Ciudad de México, 1982), Rodrigo Lomán (Xalapa, 1986) y Arturo Flores Barragán (Mérida, 1981), los ganadores del segundo Concurso de Composición “Arturo Márquez” para Orquesta de Cámara, quienes ya asistieron al estreno mundial de sus obras ganadoras en el Centro Cultural Roberto Cantoral y ahora conversan con Excélsior sobre el panorama que enfrentan.
De inicio los tres compositores encuentran el sentido de su trabajo en la fusión de ritmos y aseguran que están más allá de las etiquetas y del nacionalismo, esa corriente que pertenece a otro tiempo, mientras desde su tiempo observan el panorama desalentador que enfrenta la música sinfónica, y critican la falta de políticas públicas por parte de Conaculta (hoy Secretaría de Cultura), INBA e institutos de cultura de los estados que valoren la música de calidad.
El primero en hablar es Julio Alberto Gándara, autor de Chilango nocturno, quien define su trabajo a medio camino entre el son jarocho, la música experimental y electrónica. “Mi relación con la música siempre ha sido muy ecléctica, porque me he desarrollado tanto en ámbitos académicos como populares. Esto me ha permitido tener experiencias musicales diversas y a veces dispares”, explica.
Desde esta perspectiva creativa, el nacionalismo se ha transformado en una corriente distante que ha perdido interés, comenta. “Debo decir que el nacionalismo no es una estética que me interese en lo particular, porque todo su discurso e ideologías corresponden a una época pasada que no tiene mucho que ver con lo que se vive hoy”.
En todo caso, a Gándara le interesa la resignificación de elementos musicales diversos, “pero no desde una postura que reafirme una identidad de lo ‘mexicano’, o bajo la noción de ‘legitimar’ la música de los pueblos para elevarla a un nivel sinfónico”, sino para que la música mexicana “sea vista como el conjunto de distintas tradiciones, donde converge el son calentano, los sones de arpa grande, la canción cardenche… que por desgracia están en vías de extinción”.
Esto demuestra que existe un panorama desalentador dentro de la música mexicana, pues mientras la música grupera, las bandas y otros géneros populares generan millones de pesos en ventas de discos y giras… la música de concierto, en particular de compositores vivos, adolece de oportunidades, lamenta.
Sin embargo, reconoce que en concursos como éste no sólo se propicia un encuentro entre lo popular y lo académico, sino además en uno de los grandes foros que muestran el potencial de la música nueva.
Opacan talento
El segundo turno es para Arturo Flores Barragán, autor de Suite caribeña, quien también lamenta que la música comercial opaque el trabajo de los compositores originales de música de concierto.
“Creo que en México hay grandes y talentosos compositores, así como una gran variedad de estilos y posturas estéticas que enriquecen el panorama. Desafortunadamente la sobreexposición y el avasallamiento de la música comercial es enorme y opaca, en gran medida, el trabajo artístico de nuestros compositores”.
Al respecto, el creador yucateco asevera que en México faltan políticas públicas decididas que valoren no sólo la música, sino también todo el arte mexicano. “Y me refiero a políticas públicas que le den su lugar a nuestros artistas, les permita desarrollarse y difundir su trabajo”.
Porque “la visión mercantil que prevalece en casi todos los órdenes de la vida y la mediocridad de la clase política mexicana” no ha permitido, en buena medida, que la música mexicana de concierto brille en todo su esplendor, apunta el compositor que el año pasado obtuvo una mención honorífica durante la primera edición de este mismo concurso con la pieza Bambuco nocturno.
“Por lo que, si queremos un mejor futuro para la música mexicana, los artistas tenemos que dejar de lado las actitudes egocéntricas, los protagonismos y unir fuerzas, porque no puede esperarse mucho de quienes hoy toman las decisiones”, advierte Flores Barragán.
Finalmente Rodrigo Lomán, autor del Concierto para violín huasteco, toma la palabra y confiesa que aprendió a leer música antes de escribir. Incluso desde su adolescencia, dice que ya sentía la necesidad de combinar música clásica con tradicional. “Y así, sin querer, la música se ha mezclado en mi mente y he sentido la necesidad de expresarlas juntas”.
Por lo que su apuesta va más allá de un nacionalismo simplista, sino más bien una mezcla polifónica de música tradicional mexicana, en particular de son jarocho y huasteco, que lo llevan a fusionar una y otra vez las claves de concierto con son jarocho, danzón, son huasteco y bolero.
“Algo muy especial que cambió mi vida fue escuchar a don Víctor Ramírez del Ángel, el violinista huapanguero del trío Xoxocapa. Al escucharlo me enamoré de toda la huasteca y quise aprender a tocar el violín como él. Por eso es que le he dedicado este Concierto para violín huasteco”, concluye.
Los cobijados
Julio Alberto Gándara: nació en la Ciudad de México, tiene 33 años. Creció en una familia de músicos. Su madre era intérprete de instrumentos tradicionales y su padre un guitarrista, arreglista y director. Ganó con Chilango nocturno.
Arturo Flores Barragán: nació en Yucatán, tiene 34 años. Inició su formación musical en el Centro Estatal de Bellas Artes, en la Facultad de Música de la UNAM, bajo la tutoría de María Granillo. Ganó con Suite caribeña.
Rodrigo Lomán: nació en Xalapa, tiene 29 años. Es bisnieto de Juan Lomán, fundador y director de la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX). Ha sido violinista huapanguero en los tríos Tlacuatzin y Son Cuexteco. Ganó con Concierto para violín huasteco.
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