• Al dictar su testamento resaltaban su devoción a Dios
Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, arrepintiéndose de sus pecados
• El Instituto de la Función Registral del estado de México
resguarda en su Archivo General de Notarías alrededor de 3 mil documentos
históricos que datan de la Época Colonial
Por Mario Ruiz Hernández
Toluca, Méx. noviembre del 2023. - En 1806, a la edad de 50
años, Antonia de la Rea, originaria de Texcoco, decidió dictar su testamento y
para su salvación eterna incluía el ritual para el día de su muerte.
Especificó el contenido de su ofrenda, quiénes deberían
estar en la misa de cuerpo presente, el número de sacerdotes, la cantidad de
oraciones que podían llegar hasta mil misas y si éstas deberían entonarse en
forma de rezo o cantadas.
La última voluntad de Antonia de la Rea está resguardada en
su testamento en el Archivo General de Notarías del Instituto de la Función
Registral del Estado de México (IFREM), que actualmente cuenta con más de 2 mil
cajas archivadoras de los 16 distritos, siendo Toluca y Texcoco los que
conservan el mayor número de documentos de la época colonial.
De acuerdo con Emilia Delgado, Investigadora Histórica del
IFREM, en estos documentos, el testador ordenaba a sus albaceas ser sepultados
con el hábito del santo de su devoción y así su alma pudiera descansar por la
eternidad.
“Toman de sus bienes raíces y ordenan a sus albaceas que los
vendan y con estos bienes puedan salvar su alma de acuerdo al número de misas que
ellos consideren oportunas.
“De acuerdo con lo que les gustaba a cada uno de estos
personajes de los testamentos se les colocan los alimentos en la ofrenda. Se
decía qué tipo de flores les gustaba a los testadores y ésa es la que se les
ofrecía en su aniversario”, detalló Emilia Delgado.
En tanto, Juana García, investigadora histórica del IFREM,
relató que en esta época la mayoría de las personas se caracterizaban por su
religiosidad y temor a la muerte, como Sebastián González de la Villa de San
José, en Toluca, quien en 1531 al momento de pedir al escribano público dictar
su testamento, resaltó su devoción a la Santísima Trinidad arrepintiéndose de
sus pecados.
“Siempre tuvieron temor de la muerte, por eso empleaban muy
seguido la frase de “temiendo la hora incierta”, deseaban poner su alma en
carrera de salvación. Era muy importante que ellos manifestaran que hacían su
testamento estando enfermos del cuerpo, pero no de la mente”, indicó Juana
García.
Ambas investigadoras coinciden que al igual que hoy, desde
aquella época el testamento podía modificarse, revocarse e incluso dejar
cláusulas específicas de acuerdo con la voluntad del testador.
El IFREM, órgano público descentralizado de la Consejería
Jurídica, resguarda alrededor de 3 mil documentos de la memoria histórica del
Estado de México, bajo las medidas más estrictas como la temperatura idónea,
fumigaciones especiales para evitar fauna nociva de papel y de tinta, así como
la manipulación con instrumental específico.
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