lunes, 14 de julio de 2014

Cultura del automóvil impide lograr una metrópoli sustentable: investigador

Notimex | La ciudad de México requiere romper con la cultura del automóvil, pues no conduce a una metrópoli sustentable y ocasiona efectos destructivos que van más allá de la contaminación, el ruido y el tráfico. Tras considerar lo anterior, el investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, Federico Fernández Christlieb, señaló que el problema se ha intensificado en los últimos 20 años ya que se pasó de un parque vehicular de 6.5 millones a 23.8 millones en todo el país. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), de dicha cantidad por lo menos cinco millones de automotores circulan en la ciudad de México, lo que ha derivado además en accidentes y tensión vial a toda hora. Además el problema ha generado el despilfarro de recursos públicos en infraestructura vial para atender sólo a un sector de la sociedad, lo que a su vez ha contribuido al aumento de la tensión y la hostilidad entre los usuarios de la vía pública. Para el experto, el mayor problema de una política de transporte urbano basada en el automóvil, es que de manera inmediata divide a los ciudadanos entre aquellos que tienen uno y los que no, según un comunicado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). “En general, su compra y mantenimiento dependen de los ingresos familiares, por lo que se ha convertido en sinónimo de cierto éxito socioeconómico”, lo cual ha sido un estigma con el que los mexicanos han cargado como sinónimo de “que ascendimos un escalón”. El problema se ha intensificado debido a que la política pública apuesta por el auto privado, lo que ha derivado en una situación donde existe una sociedad partida en dos donde en cada esquina se enfrenta automovilistas contra peatones y autobuses de pasajeros. Por si fuera poco, esta misma política ha traído como resultado que las vías y avenidas con el tiempo se hayan convertido en ejes viales y segundos pisos, mismos que han propiciado la aparición de más vehículos y que a su vez incrementan la necesidad de estacionamientos. A ello se suma la aplicación del programa “Hoy no Circula”, puesto en marcha a finales de 1989, el cual nunca resultó muy eficaz porque desde un principio las familias que tenían recursos se compraron otro vehículo para usarlo el día en que no circulaban. Ante ello, el investigador se manifestó por medidas maduras que permitan revertir el efecto destructivo de los autos, como políticas que pongan en evidencia el valor del espacio público. El investigador de la UNAM también es partidario de establecer un día sin auto al año (entre semana), en el que sólo circularían los vagones del Metro, los camiones, las bicicletas, las motos y los taxis. Hay que escuchar a los expertos. Diversas organizaciones han lanzado iniciativas que deben discutirse y votarse, como el Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo, planteó.

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