martes, 25 de febrero de 2014

Susumo, el vendedor de equipos de espionaje que acabó atado a un GPS

Un juez de Estados Unidos pone bajo arresto domiciliario por financiación irregular de partidos a un magnate que ganó una fortuna surtiendo de artefactos el Ejército mexicano
PABLO DE LLANO . El pasado jueves, en una corte de San Diego, el fiscal Timothy Perry dijo lo siguiente sobre José Susumo Azano Matsura: “Durante un tiempo ha sido uno de los mayores donantes en el mundo de la política en San Diego. Y todo lo hizo en secreto”. Azano Matsura, 48 años, mexicano de padre japonés, es un millonario con un perfil sinuoso. En julio del año pasado una web de negocios publicaba una nota sobre la expansión de su principal empresa, Security Tracking Devices, dedicada a la venta de sistemas de vigilancia, y su propietario definía la evolución de su negocio con un poso de suspense. “Mientras que nuestras vidas giran en torno a saltos tecnológicos, Security Tracking Devices permanece a la vanguardia de estos avances, manteniendo una presencia constante detrás de bastidores”. En la comparecencia en la que el fiscal mencionaba sus supuestos manejos ocultos, Azano Matsura, según la crónica de un medio local, permaneció en silencio en el banquillo con las manos esposadas. Lo detuvieron el miércoles en su casa de la isla de Coronado, un hábitat de élite del condado de San Diego. Está acusado de donaciones ilegales y de falsificación documental por haber metido más de medio millón de dólares a través de testaferros en campañas de políticos de San Diego. En Estados Unidos está prohibido que los extranjeros aporten dinero a las campañas. Según el fiscal Perry, su objetivo era ganarse el favor de los políticos para que lo apoyasen en un plan inmobiliario en la bahía de San Diego que en la mente del empresario se proyectaba como una futura Miami de la costa oeste de Estados Unidos. Azano Matsura es hijo de José Susumo Azano Moritani, asentado desde hace décadas en Guadalajara, México, donde desarrolló el emporio Grupo Azano, un conglomerado multimillonario de compañías de sectores como el inmobiliario, el de las telecomunicaciones o el del acero. En la trayectoria empresarial del detenido destacan los contratos que firmó con el Ejército mexicano durante el sexenio pasado (2006-2012, gobierno de Felipe Calderón) para suministrarle equipos de vigilancia a través de Security Tracking Devices. En medio de la crisis de seguridad que provocó la guerra contra el narcotráfico, la Secretaría de Defensa amplió su presupuesto para herramientas de inteligencia y ahí estaba José Susumo Azano Matsura –“un japonés vestido con las mejores telas de Saville Row”, dice un artículo de la prensa mexicana– para surtirla de aparatos para cazar llamadas, mensajes de texto, correos electrónicos y hasta de radares para ver detrás de las paredes. Según el diario mexicano El Universal, Security Tracking Devices recibió estos encargos por asignación directa, sin pasar por concurso público, y el monto total de las compras superó los 350 millones de dólares. Azano Matsura, por lo demás, tenía un frente abierto desde hace unos años con una poderosa compañía estadounidense dedicada a la producción y al transporte de gas, Sempra Energy. Esta megaempresa, que surte gas en toda la costa oeste de Estados Unidos y también en el noreste de México, tiene una planta en la ciudad mexicana de Ensenada (Baja California) cuyos terrenos ha reclamado un ranchero mexicano llamado Ramón Eugenio Sánchez Ritchie que afirma que le pertenecen. En 2008, Azano Matsura se asoció al denunciante para financiarle el litigio. En una entrevista en 2011 con The San Diego Union Tribune, el magnate explicó así su entrada a esta batalla judicial: “Cuando hay una injusticia, algunas veces tu corazón se rompe y ayudas a la gente”. De acuerdo con informaciones coincidentes de distintos medios mexicanos, el pleito contra Sempra provocó que las agencias de inteligencia de Estados Unidos se pusiesen a indagar los posibles motivos de Azano Matsura para enfrentarse a la transnacional. Desde entonces, el proceso judicial en México no ha llegado a resolución, la compañía sigue operando en su planta de gas y ahora Azano Matsura se ha topado con el FBI por un caso relativamente menor de financiación irregular de partidos. Los vínculos con las esferas de poder institucional han sido uno de los puntos de sombra de la familia Azano. En 2012, el diario El Universal afirmaba que había indicios de que en el estado de Jalisco (capital Guadalajara) los Azano habían sido beneficiados durante décadas por gobernadores del Partido Acción Nacional. También en 2012, el diario Reforma exponía la relación de Azano Matsura con el general Mario Arturo Acosta Chaparro. Según este periódico, el militar ayudó al empresario a establecer sus contactos con funcionarios del sector de la seguridad. La información fue publicada en julio, tres meses después de que el general Acosta Chaparro fuera asesinado a balazos por un sicario en una calle de México DF. Ese mismo verano, la bonanza económica de los Azano quedó reflejada de forma extravagante por la vida social del hijo de Azano Matsura, Susumo Azano Junior, un joven que en las redes sociales se presentaba con el apócope de Mr. Susu y se definía como “genio”, “playboy” y “filántropo”. El Universal publicó un artículo en el que se contaba que Mr. Susu, en una noche de diversión en Las Vegas, se cruzó con el rapero Jermaine Dupri y le propuso que fuese su pinchadiscos durante aquella velada. El músico aceptó y por 130.000 dólares amenizó su fiesta, en la que según el diario mexicano el joven heredero “se gastó 90.000 dólares en una botella de Ace of Spade Rose Champagne y otros 40.000 en otra bebida de fantasía”. Por aquel entonces, el joven tenía su propia página web, www.mrsusu.com. Hoy esa página ya no funciona, y la carrera empresarial de su padre se encuentra en una situación delicada. El magnate José Susumo Azano Matsura afronta en Estados Unidos una pena de hasta cinco años de cárcel. El juez le ha impuesto una fianza de cinco millones de dólares para que pueda permanecer arrestado en su casa. Para evitar una posible fuga, al magnate de los artefactos de vigilancia le han colocado un GPS para tenerlo siempre localizado.

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