jueves, 17 de julio de 2014
Refugiados ucranianos: "Solo pedíamos que no nos bombardearan"
© RIA Novosti Mikhail Voskresenskiy
El incesante flujo de refugiados que abandona el sudeste de Ucrania, desgarrado por la guerra, demuestra que en la últimas semanas la crisis del este ucraniano no ha hecho más que empeorar.
Los bombardeos cerca de su casa a las afueras de Donetsk fuerzan a Yulia, madre de tres hijos, a abandonar su hogar con su familia. Se marcharán al sur del país gracias a que unos amigos les darán cobijo. Ha comprado billetes de autobús en la estación de Donetsk. Cuando vio la oportunidad de marcharse no lo pensó dos veces. Deja la zona de conflicto con un pensamiento claro.
Nos fuimos porque ayer bombardearon nuestra ciudad"Solo pedíamos que no nos bombardearan. Desde hace mucho tiempo todo está resuelto entre los ciudadanos de a pie. Solo queríamos vivir de una manera común y corriente", dijo a RT Yulia.
Galina es madre de cuatro hijos. Se marchan a Mariúpol, una ciudad ahora en calma en el sur de la región de Donetsk. Allí les espera su otro hijo. A pesar de que está a punto de arrancar el autobús, no acepta la decisión de irse. Se siente frustrada, dolida. "Nos fuimos porque ayer bombardearon nuestra ciudad. Hay muertos. Las casas están totalmente destruidas", expresa Galina.
En la estación, paradójicamente confluyen ciudadanos con destinos contrapuestos: los que aún no se resignan a abandonar las ciudades bombardeadas y los que deciden huir de ellas. Lina es una de estas últimas. Abandona su casa junto con su padre y su madre. Nadie les espera.
Nos vamos hacia la incertidumbre"Nos vamos hacia la incertidumbre, a una ciudad ajena con gente ajena. ¿Pero qué podemos hacer si van a destruir nuestras casas? ¡Dios mío! Que todo quede donde está, que tengamos donde regresar después", dice la desplazada.
La huida de las afueras de la ciudad de Donetsk es en autobús o en tren. De día o de noche. No importa cómo.
Tatiana es madre y abuela. En solo unas horas pasará de ser una ciudadana ucraniana, a convertirse en una refugiada. Se dirige hacia Rusia. Allí la esperan unos familiares. "No creía que esto pudiera pasarnos a nosotros. Somos gente pacífica. Ahí no hay ningún separatista, tampoco ningún control de milicianos. Solo gente común y corriente, sobre todo los jubilados", confiesa Tatiana.
En la estación de tren de Donetsk se entremezcla la extraña sensación de ver a veraneantes que deciden salir de la ciudad por unas semanas, junto a los desplazados que no saben cuándo volverán a su casa.
Lena es madre de un recién nacido. Se marchan con su marido a Crimea, donde les espera otra de sus hijas. "Muchos se están marchando. Es un problema. Cada vez es mas difícil comprar un billete", dice.
Las cifras del Gobierno ucraniano dicen que unas 40.000 personas se han visto forzadas a salir de la zona de conflicto. Desde Moscú aseguran que ya han cruzado la frontera centenares de miles de ucranianos. Independientemente de los números, hay un hecho claro: en la últimas semanas la crisis del este de Ucrania no ha hecho más que empeorar.
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