miércoles, 5 de marzo de 2014

Deplora Papa luchas de poder vaticanas en miércoles de ceniza

Notimex | El Papa Francisco reconoció hoy haber visto luchas de poder en su entorno y deploró la actitud de quienes “se creen Dios” porque buscan defender sus intereses, durante la misa del Miércoles de Ceniza. Jorge Mario Bergoglio dio inicio a la Cuaresma, un periodo de 40 días antes de la celebración de la Pascua católica, encabezando una procesión por las calles de Roma en el barrio ubicado en el tradicional Monte Aventino.
Por la tarde presidió la Estación Cuaresmal en el convento de San Anselmo y después marchó, junto a una larga fila de religiosos de diversas congregaciones, hasta la basílica de Santa Sabina donde celebró la eucaristía. “Sabemos que este mundo cada vez más artificial nos hace vivir en una cultura del hacer, de lo útil, donde –sin darnos cuenta- excluimos a Dios de nuestro horizonte. !También excluimos el horizonte mismo!”, dijo durante la homilía, pronunciada en italiano. “La Cuaresma nos llama a renovarnos, a recordar que nosotros somos criaturas, que no somos Dios. Cuando veo en el pequeño ambiente cotidiano algunas luchas de poder para ocupar espacios pienso: esta gente juega a Dios creador. Todavía no se dieron cuenta que no son Dios”, agregó. Recomendó a los fieles practicar la oración, el ayuno y la limosna, acciones que llevan a no dejarse dominar por la apariencia ya que el valor de la vida no depende de la aprobación de los otros o del éxito, sino de las cualidades interiores de la persona. Ante tantas heridas que hacen mal y podrían endurecer el corazón, es necesario zambullirse en el mar de la oración, añadió. Pidió estar atentos a no practicar un “ayuno formal” que sacia porque hace sentir en paz pero que no tiene un sentido verdadero y no afecta la propia seguridad. Según el obispo de Roma el ayuno considera un estilo de vida sobrio, que no derrocha y no descarta. “Es un signo de toma de conciencia y de responsabilidad ante las injusticias, los abusos, especialmente contra los pobres y los pequeños, y es signo de la confianza que depositamos en Dios y en su providencia”, insistió. Constató además que en la vida cotidiana, donde todo se compra y se vende, la solidaridad desinteresada suele brillar por su ausencia. En ese contexto estableció que la limosna ayuda a vivir el espíritu de la gratuidad, que es libertad de la obsesión del poseer, del miedo de perder lo que se tiene, de la tristeza de quien no quiere compartir con los demás el propio bienestar.

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