jueves, 22 de mayo de 2014
Productos químicos cancerígenos envenenan a trabajadores chinos que trabajan para Apple y otras grandes compañías
Andrew Korfhage.
Imagen de referencia | Autor desconocido
Ming Kunpeng fue a trabajar para ASM Pacific Technology –proveedor de chips para Apple– cuando tenía 19 años. Al tener que trabajar a diario con el conocido cancerígeno benceno sin capacitación adecuada o equipo protector, el joven trabajador cayó enfermo a los 22 años. Los médicos finalmente le diagnosticaron una leucemia ocupacional.
Después de una disputa de un año, ASM Pacific Technology aceptó compensar a Ming por su enfermedad, pero la indemnización fue insuficiente para cubrir la atención necesaria. El 28 de diciembre de 2013 el joven se convirtió en uno de los casos muy publicitados de suicidio de trabajadores electrónicos chinos.
Se suicidó saltando desde lo alto del hospital en el que recibía tratamiento.
La historia de Ming solo es una de muchas detalladas en el nuevo breve documental de las cineastas Heather White y Lynn Zhang Who Pays the Price? The Human Cost of Electronics [¿Quién paga el precio? El coste humano de la electrónica].
En su cinta, White y Zhang exploran el uso de productos tóxicos peligrosos en las fábricas chinas. Se concentran en los efectos de esos productos químicos sobre los millones de trabajadores expuestos mientras producen iPhones, iPads, y otros artefactos electrónicos de los cuales los consumidores globales han llegado a depender.
Considerando que tres cuartos de toda la población del planeta tiene ahora acceso a un teléfono celular, la dimensión de este problema es inmensa. Aproximadamente la mitad de estos artefactos se hacen en China, donde el benceno cancerígeno (prohibido como disolvente industrial en muchos países) está permitido y donde a menudo los empleadores no suministran a los trabajadores equipos de protección adecuados. Las fábricas de productos electrónicos utilizan toxinas reproductivas como toluol y también neurotoxinas como n-hexano.
“He pasado por 28 tratamientos de quimioterapia”, dice Yi Yeting, un trabajador industrial chino envenenado con benceno, que comparte su historia en la cinta ¿Quién paga el precio? “Me duelen mucho los huesos. Parece como si tuviera miles de hormigas mordiendo mis entrañas.”
A medida que aumenta la demanda de productos electrónicos baratos, evidentemente los trabajadores pagan el precio. Según las propias estadísticas del Gobierno chino, un trabajador resulta envenenado por productos químicos tóxicos cada cinco horas, la mayoría por benceno.
Afortunadamente hay alternativas.
El Secretariado Químico Internacional, una organización sin fines de lucro con base en Suecia, suministra a las compañías sustitutos de productos químicos tóxicos en su lista “Sustitúyalo ahora”. La lista detalla 626 productos químicos dañinos para la salud humana y provee alternativas, como el ciclohexano y el heptano, disolventes más seguros similares al benceno.
Los expertos en toxicología familiarizados con kis procedimientos de las fábricas chinas han estimado que las compañías de teléfonos inteligentes podrían reemplazar el benceno con disolventes más seguros por menos de 1 dólar por teléfono. Con compañías como Apple, que obtuvo ganancias de 37.000 millones de dólares en 2013, los fabricantes de artículos electrónicos pueden permitirse el lujo de dar pasos semejantes para proteger las vidas de los trabajadores.
“Queremos que las marcas de fábrica asuman la responsabilidad de las condiciones de trabajo de las fábricas de sus proveedores”, dice Pauline Overeem, coordinadora de redes de GoodElectronics, una organización internacional sin fines de lucro que trabaja para limpiar la cadena de suministro de artefactos electrónicos. “Prohibir el benceno es parte de eso”.
En el verano de 2013, Apple reveló una nueva campaña de anuncios llamada “Nuestra firma”.
Sobre secuencias de consumidores felices que gozan con sus productos Apple escuchando música, sacando fotografías, estudiando en la escuela, y chateando por video con amigos, una reconfortante voz grabada dice: “Esto es lo que importa: la experiencia de un producto. ¿Cómo hace sentir a alguien? ¿Mejorará la vida?”
Apple debería preguntar a trabajadores como Yi Yeting cómo se sienten al trabajar con benceno y la compañía debería haber preguntado a Ming Kunpeng si los productos de Apple hacen que su vida sea mejor.
Las compañías de productos electrónicos deben responsabilizarse de las fábricas de sus proveedores, no importa dónde decidan hacer sus productos. Tienen que detener hoy mismo el uso de benceno y otros productos químicos peligrosos que dañan la salud humana.
Fuente: Asia Times Online
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